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viernes, 12 de marzo de 2021

El silencio más noble (Susana López Pérez)

 Buenos días blogueros,

Hoy os hablo de mis impresiones de El silencio más noble, una novela costumbrista de la autora Susana López Pérez,  ambientada en la Guerra Civil española.

El silencio más noble (Susana López Pérez)


SINOPSIS:


«El silencio más noble» nos cuenta la historia de tres mujeres nacidas a principios del siglo XX: Lucía, una joven vasca de origen humilde; Elvira, una inmigrante burgalesa que se traslada a Bilbao para trabajar; y Renata, una bella italiana de padre gallego. Son mujeres normales, amas de casa, sencillas madres de familia que tienen en común el coraje para hacer frente a las adversidades. Sus destinos se cruzan a partir de un suceso violento ocurrido en 1937, en plena guerra civil. Desde entonces, y a su pesar, sus destinos se unen irremediablemente.

Esta novela es el retrato de una época difícil, marcada por la guerra civil y sus consecuencias. Los bombardeos, el miedo, el envío de los niños al extranjero, la represión, las amistades rotas por las ideologías, la tuberculosis, el poder de los curas, la propaganda, el racionamiento, el estraperlo, el hambre, la solidaridad o los burdeles, son algunos de los temas que aparecen a lo largo de sus páginas. Con esta apasionante historia la autora ha querido rendir un homenaje a todas esas mujeres que durante aquellos años difíciles y desde la trinchera de sus propios hogares resultaron ser un motor clave de una sociedad arruinada. Sus nombres y sus biografías nunca aparecerán ni en los libros de historia ni en las enciclopedias.


SU AUTORA:


Susana López Pérez - El silencio más noble

Susana López (Erandio, Bizkaia, 1963) es doctora en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco y ha ejercido como docente en varias universidades españolas, por lo que gran parte de sus publicaciones son trabajos de investigación referidos al mundo de la comunicación, entre ellos una tesis doctoral sobre prensa y transición política. 

El relato breve y la novela son los géneros literarios por los que discurren sus historias, y en su estilo destacan la fuerza y la complejidad de sus personajes. Fue galardonada con el Premio Iparragirre de relato por Ausencia de madre, una dramática historia de violencia intrafamiliar, y su relato sobre la guerra civil y la orfandad, titulado La infancia usurpada, alcanzó similar reconocimiento en el Certamen del Foro de la Memoria Histórica de Córdoba. Además fue finalista en los premios Bruma Negra de relato. 

En el ámbito de la novela ha publicado Vías muertas, una interesante historia de intriga policial ambientada en el mundo rural, y Khalil, una conmovedora novela sobre la amistad entre un inmigrante y un jubilado, publicada en formato digital por Click Ediciones.


OPINIÓN:


La novela titulada El silencio más noble, escrita por Susana López Pérez y publicada por Click Ediciones, tiene 535 páginas divididas en 42 capítulos de diversa extensión. La trama nos cuenta tres historias completas y diferentes en las que las vidas de nuestras protagonistas se ven irremediablemente condenadas al reencuentro.

¿Y quiénes son nuestras protagonistas?
Sí, hablo en femenino porque El silencio más noble es una novela en la que las mujeres son las grandes protagonistas. Y Susana López nos lo hace ver desde el principio con unos personajes muy bien definidos, con mucha profundidad y complejidad y una larga historia personal y familiar detrás de cada una de estas tres grandes mujeres.

Hablamos de Lucía Elejalde, una joven vecina de Ibaya, que posee un carácter vivo, es orgullosa, no se amilana y disfruta de la vida. Es avispada, inteligente y muy trabajadora.

Nos referimos también a Elvira Contreras, una muchacha nacida en Burgos y criada por sus abuelos que decide ir a Bilbao a trabajar y labrarse un porvenir. 

A Elvira le gustaba ese paisaje industrial porque mostraba la tenacidad, la lucha, el esfuerzo y el sacrificio de hombres y mujeres venidos de todas partes con la esperanza de salir adelante. Vizcaya siempre estaba en movimiento.

Y, por supuesto, no nos olvidamos de Renata Acosta, una bella e inocente joven, hija de un emigrante gallego a Italia y la más pequeña de las tres.

Cada una tendrá su propia historia ocupando Lucía y Elvira gran parte de la novela. La trama usará un desagradable incidente ocurrido en la Guerra Civil como punto común para unir a ambas con Renata, que es la que menos peso tiene en la obra.




A través de un narrador omnisciente veremos el trascurrir del tiempo, comenzando en los años veinte, pasando por la guerra civil y la postguerra. La autora, Susana López Pérez, nos comenta al principio de la novela que "Esta no es una novela histórica, ni pretende serlo. Sin embargo, el hecho de enmarcarse en un momento histórico concreto me ha exigido ser escrupulosa con los hechos y con los datos. Por este motivo he tenido que bucear en la prensa de la época y acompasar los acontecimientos reales con el devenir de mis protagonistas." Y efectivamente, esta es una novela muy bien documentada.

Todo ocurre en el inventado pueblo vizcaíno de nombre Ibaya. Así lo decidió la autora ya que, según sus palabras, al no definir un lugar real le permitía muchas licencias descriptivas. Aún así, yo pienso que habla de la localidad de Getxo, un municipio donde actualmente conviven las tradiciones marineras vascas y los más bellos palacetes fruto de los orígenes burgueses de sus habitantes. Aunque debo ser sincera y decir que durante la lectura de la obra, por mi imaginación no cesaban de pasar imágenes de mi pueblo natal, Santurce, por las similitudes que he encontrado en las descripciones de la novela que Susana López nos hace de Ibaya (situado a 15km de distancia de Bilbao, el pueblo dividido en dos por las vías del tren paralelas a la ría, el quiosco de baile de la plaza, el majestuoso ayuntamiento y los edificios de alrededor con sus altos portalones, etc).


El silencio más noble es una novela costumbrista que retrata y describe las costumbres del País Vasco en la época en la que está ambientada. Usa canciones populares que nos retrotraen en el tiempo, retrocediendo así a una época de feliz juventud como pueden ser "Al pasar la barca" o "Desde Santurce a Bilbao". Nos habla de la villa de Portugalete, del Campo Volantín, del pueblo minero de Gallarta, de Bilbao, del fantástico Puente Colgante, el primer transbordador de estructura metálica construido en el mundo e inaugurado en 1893 y de las típicas y tradicionales sardineras de Santurce que exhibían su descaro y desparpajo mientras vendían su mercancía fresca.

... el embarcadero, donde las sardineras de Santurce se situaban para mostrar su mercancía fresca. Cada día, si había habido pesca, el paisaje de la ribera se animaba con el desfilar de esas mujeres alegres y descaradas que vendían su género a gritos. Algunas, por costumbre, caminaban descalzas por la orilla de la ría, con sus delantales arremangados y un pañuelo en la cabeza sobre el que cargaban sus anchas cestas. Marchaban en un difícil equilibrio, con una mano en la cintura y la otra moviéndose al compás de sus piernas.
Imagen sacada de https://garciadeiturrospe.files.wordpress.com/


Con una fantástica y maravillosa ambientación, Susana López consigue que te sumerjas en la época y en la vida de los personajes. Imaginad ahora lo interesante y gratificante que ha sido para mí leer la novela, cuando todo lo que ella describe a la perfección pasa por mi mente como imágenes en color porque son los lugares donde ha transcurrido mi niñez. Si para una persona que no conozca la zona es maravilloso, para mí ha sido una fortuna poder viajar por las calles, las plazas, subirme al tren o cruzar la ría del Nervión en el Puente colgante.
 


Aunque no lo creáis aún no es he dicho sobre qué versa la novela. ¿Y de qué nos habla?

Nos habla de cómo transcurre la vida de tres jóvenes mujeres en el antes, el durante y el después de la Guerra Civil, que llegó en 1936 para trastocar la vida de los habitantes y barrer el sueño que tenían de de un futuro mejor.

Nos habla de la lucha por la igualdad de género, de cómo las mujeres estando en segunda línea hacían frente muchas veces ellas solas a los quehaceres del día a día, siendo luego obviadas y ninguneadas.

Como mujer no tenía derecho a firmar nada y para todo le exigían la autorización de su marido. Eso la sacaba de sus casillas: no se acostumbraba a ser ciudadana de segunda clase. ¿Dónde estaba escrito que un varón, por el simple hecho de tener algo distinto en la entrepierna, fuera más listo, más avezado en los negocios que una mujer? 

Nos habla del maltrato que sufrieron en aquella época las mujeres que no tenían otra escapatoria que vivir con el que fuera su marido hasta que este muriera, a expensas de su voluntad, sin libertad ni independencia económica, sabiendo además que nadie creería a una mujer ni se pondrían en contra de un hombre y lo achacarían a que los problemas íntimos en la casa debían quedarse.

Llegó un día en que tras zarandearla ya no le pidió perdón. Y ella temió que cruzara la frontera donde el maltrato deja huellas visibles.

Sin embargo, no llegó a más, no la abofeteó nunca, aunque cada vez que la agarraba por las solapas de su bata o apoyaba las manos sobre sus hombros para sacudirla como a una muñeca de trapo, mirándola con los ojos inyectados en sangre, ella se sentía tan magullada como si hubiera recibido una auténtica paliza.


Nos habla de los hábitos de limpieza y pulcritud que tenían las mujeres de la época, de esas esposas tan hacendosas y que desprendían tanta energía que mientras lees la novela te anima a poner tu casa de punta en blanco. Nos recuerda esas calles llenas de niños jugando, ilusionados, cuidando los hermanos unos de otros mientras la madre seguía afanada con las tareas del hogar.

la costura es lo que tiene: permite trabajar y disfrutar a la vez de una buena conversación.


Nos habla del respeto a los mayores que hoy día se ha perdido, de saber escucharles y obedecerles sin rechistar, de entender que cuando prohíben algo es porque debe ser así, porque son sabios y tienen experiencia y en un futuro sabremos cuál es el motivo y la razón de esa prohibición.


Se habla de la guerra y de la dura etapa que tuvieron que vivir: el hambre, la muerte, los bombardeos, la postguerra, el franquismo y la dictadura, y de cómo esa situación los sumió en un estado de pesimismo derrotista, sin dinero, sin trabajo, casi sin dignidad. Nos habla de la pobreza, de la escasez y la miseria, de la falta de alimento y de la cartilla de racionamiento.

Las familias humildes no podían permitirse criar niños débiles. La debilidad del pobre era su certificado de defunción.


Nos habla de valores como la lealtad, la confianza, la amistad y el honor, de cómo una familia puede permanecer unida y sobrevivir agachando la cabeza, olvidándose del coraje, tragándose la rabia y sacando a flote la valentía para cuidar unos de otros.

La guerra le había quitado muchas cosas: la libertad, la sensación de seguridad, el aceite de oliva, el pollo y el jabón de rosas, pero no había podido arrebatarle el amor de los suyos.


Nos habla de las relaciones personales, de las amistades, de los compañeros y camaradas. Y de cómo se rompe ese contacto por las ideas políticas que profesan o por luchar en bandos contrarios.

Salió a la calle con renovado optimismo, pensando que, a pesar de todo, Carmen y Alfredo eran buenas personas, que siempre lo habían sido, pero que las diferencias políticas y la guerra les habían cambiado la manera de verse los unos a los otros, como las herencias distorsionan la relación entre hermanos, generando desconfianzas y recelos cancerígenos. Le dolía en el alma que las cosas acabaran así.


Nos habla de las ilusiones truncadas, de las que se quedaron a medio camino por la dichosa guerra que nadie quiso y de cómo las mujeres con su extrema fuerza de voluntad lucharon, frente a las inclemencias que la vida les ponía por delante, por sus seres queridos, quitándose de comer para dárselo a los más pequeños, aprendiendo a reutilizar ropa, zapatos, libros, compartiendo dolor y sufrimiento.

—¡Qué lástima de país! Con lo bien que estábamos antes de la guerra. Porque, Carmelo, éramos pobres, pero teníamos toda una vida por delante, y muchas ilusiones, y estábamos seguros de que nuestra situación iba a mejorar, de que nada se nos iba a poner por delante. Y ¿qué tenemos ahora? Una tierra que agoniza, que pasa hambre y frío, que se muere de miedo. La gente ha perdido la esperanza.


Nos habla de que la libertad tanto de pensamiento como de acción está restringida. En el franquismo hablar era peligroso, no seguir la corriente a los victoriosos también lo era. Había que hacer lo que se suponía que hacían los que habían ganado la guerra, seguir sus pasos de puertas para afuera para que nadie supiera tus opiniones, había que doblegarse y fingir que te importaba lo contrario a tus ideales si no querías que te señalaran con el dedo y te acusaran sin prueba alguna de lo que ellos creyeran conveniente. Debían evitar encontrarse de frente con un soldado que tuviera ganas de divertirse y te llevaran al calabozo sin causa justificada para poder darte una buena paliza.


Desde la instauración del nuevo régimen se impusieron rápidamente los ideales del ahorro y la austeridad, en parte por las penurias económicas, pero también como una forma de vida promovida por el estado nacional-católico. El exceso estaba mal visto en todos los ámbitos de la vida. La gente de la calle tenía que ahorrar en palabras, lo que llevaba al dominio del silencio. El lenguaje es pensamiento, y a los ojos del Gobierno el pensamiento resultaba peligroso.


Nos habla de Dolores Ibárruri Gómez más conocida como La Pasionaria, una histórica dirigente del Partido Comunista de España que destacó en la Segunda República y en la Guerra Civil  y que luchó por los derechos de las mujeres.

La firmeza de sus ideas y su apabullante personalidad la habían convertido en una activista que escribía artículos en periódicos mineros bajo el seudónimo de La Pasionaria, y lo hacía mejor que muchos hombres. Elvira no lograba entender cómo una mujer que era madre podía compaginar su labor doméstica con la actividad política.


Nos habla de los secretos: esas obligaciones que contraen sin querer nuestras protagonistas y que les destrozan el corazón y les destruye el alma. Esas confidencias que se deben mantener en silencio como si se hubiera hecho un pacto que no se puede quebrantar, un compromiso que hay que soportar hasta las últimas consecuencias. 

Nos habla del dolor. Somos capaces de notar el desgarro que produce un dolor profundo por una pérdida, nos hace ver lo absurdo de una guerra y todas sus consecuencias, nos desorienta, nos obnubila, nos ofusca  y nos nubla la razón.

Pero sobre todo nos habla de una generación de la que debemos estar orgullosos. El silencio más noble es un homenaje a toda una generación por la que sentir el respeto y la admiración más profunda por su capacidad de lucha, por su trabajo en el campo, en la casa, con la familia y por sus esfuerzos por sacar de donde no hay. Una generación que luchó, independientemente del bando en el que se afiliaran, por la felicidad y el bienestar de los suyos, una generación tenaz, con fuerza y valentía, con miedo pero que dejaban a un lado por lograr su cometido. Es un reconocimiento a su vida, a su esfuerzo, a su entereza y coraje. Es una forma de hacerles saber que escuchamos con detalle "la nostalgia de aquella niñez perdida, de aquella infancia tan humilde y sin embargo tan feliz y cálida." que vivieron. Una época que no fue fácil, en la que se separaba a las personas por sexo en los bancos de misa, en la que el baile constituía una de las principales formas de cortejo, y en la que no estaba permitido mostrar el dolor y el sufrimiento que se padecía en público.

En definitiva, El silencio más noble es una novela contemporánea muy bien escrita en la que la autora nos deleita con tres vidas que se unirán en un momento dado sin pedirlo ni desearlo. Una novela con tres sencillas y humildes mujeres como protagonistas siendo aparentemente nada más que bondadosas amas de casa, y que en realidad han sido las que han llevado el timón de sus familias y sus hogares, las que han devuelto sentido y cordura a la sociedad que hoy tenemos. Una  historia que nos narra las vivencias de tres familias que te llegan al corazón y te encogen el alma.  No puedo evitar pensar en mi abuela, en mi madre y en todos los mayores que han luchado contracorriente con el único objetivo de salir adelante, de cuidar de los suyos, de poder darles lo que ellos no pudieron tener y, como no, de ser respetables.


La memoria es un valor que debemos preservar. La memoria de nuestros padres y abuelos es una fuente de sabiduría que debiera guardarse en un cofre muy especial. La memoria nos permite aprender del pasado ofreciéndonos herramientas para no cometer los mismos errores. 
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