No abras los ojos es la segunda novela de John Verdon y, al igual que su predecesora, también tiene por protagonista a David Gurney. No hace falta leer el primer libro para entender esta novela.
Es un libro independiente, aunque si se leen en orden te haces una idea de los personajes, de sus situaciones, de sus enemistades y sus pasiones.
En esta ocasión nos encontramos con un caso que David Gurney no podrá rechazar.
Una novia es asesinada el día de su boda y la presentación del cuerpo es, cuando menos, original. Tras ser decapitada, sientan a la novia en una silla y ponen su cabeza frente al cuerpo, como si se estuviera mirando a sí misma.
Jillian Perry, la novia decapitada, es hija de una mujer "asquerosamente" rica. Tras cuatro meses en los que la policía parece no avanzar en la búsqueda de Héctor Flores, el jardinero mexicano que tienen por cierto como asesino de Jillian, la madre de Jillian decide ponerse en contacto con Gurney y le pide que, por favor, encuentre a Héctor para hacer justicia. La novia era una chica problemática, con muchos enemigos y pocos amigos, le encantaba meterse en líos, crearlos y andar al borde del precipicio.
Lo que finalmente termina de convencer a David Gurney de ponerse manos a la obrar con el caso es que
la boda se ha estado grabando con cuatro cámaras ininterumpidamente durante toda la ceremonia y
no hay ningún indicio claro de cómo se ha cometido el asesinato ni por dónde ha escapado el asesino.
Al igual que en
Sé lo que estás pensando, esta novela tiene una historia muy compleja que
cuenta con muchas hipótesis y diferentes tramas cada una tan lógica y verosímil como la anterior. Se nota que
la novela está muy trabajada y tiene detalles muy curiosos que dan qué pensar.
"Cenicienta... Pigmalión ... Frankenstein
[...]
La historia tiene un inicio clásico: un extraño entra en el pueblo, hambriento, buscando trabajo. Un terrateniente local, un hombre acaudalado, lo contrata, lo acoge en su casa, lo prueba en diversas tareas, ve potencial en él, le da cada vez más responsabilidad, le proporciona una nueva vida. El pobre trabajador doméstico, en efecto, es elevado mágicamente a una nueva vida rica. No es la historia de Cenicienta en sus detalles de género, pero desde luego sí en su esencia. Sin embargo, en la relación Ashton- Flores, la historia de Cenicienta es solo el primer acto. Luego se pone en marcha un nuevo paradigma, cuando el doctor Ashton queda cautivado por la oportunidad de moldear a su estudiante en algo más grande, cuando quiere llevarlo a su máximo potencial, esculpir la estatua en una especie de perfección, dar vida a Héctor Flores en el sentido más completo posible. Le compra libros, un ordenador, cursos en línea, pasa cada día horas supervisando su educación, empujándolo hacia una especie de perfección. No es exactamente como el mito de Pigmalión, pero se parece mucho. Ese fue el segundo acto. El tercero, por supuesto, se convirtió en la historia de Frankestein. Concebido para ser la mejor de las criaturas humanas, resulta que Flores alberga los peores defectos y llevó la desolación y el horror a la vida del genio que lo creó."
Los personajes son variados y se incluyen algunos de la novela anterior con los que David trabajará de nuevo, no sin cierta animadversión y malestar por parte del equipo de policía, que cree que Gurney se está entrometiendo en su trabajo.
Entre los personajes nos encontramos con la difunta que es una persona bastante problemática y conflictiva, el viudo, Scott Ashton, que es un psiquiatra muy reconocido, con varios libros escritos y una gran carrera en el instituto privado Mapleshade; también aparecerá de pasada Sonya Reynolds, la dueña de la galería en la que estuvo exponiendo Gurney sus obras en la novela anterior, varios testigos con vidas y situaciones totalmente diferentes a los que David interrogará durante su investigación, sus compañeros en la policía, etc.
No abras los ojos narra una
historia interesante y entretenida, donde gracias a nuestro detective David no queda ningún cabo suelto y todo tiene una explicación factible y real. Tal vez por ello le apodan Sherlock Holmes, por su forma de razonar, de dar vueltas a la historia para que todas las piezas encajen, para detectar lo que desentona y chirría y sacarlo a la luz.
De forma muy cuidada
se tocan temas tan importantes como los abusos sexuales a menores, el chantaje, la dejadez policial, la venganza, tomarse la justicia por su mano y las ideas preconcebidas y
estereotipos sobre los inmigrantes y las personalidades agresivas.
David Gurney sigue viviendo en Catskill, un lugar precioso en medio de la naturaleza en el que se puede respirar aire puro y gozar de una enorme tranquilidad que nuestro protagonista no termina de disfrutar plenamente. Su mujer, Madeleine, aparece poco en la obra pero sigue teniendo esa personalidad característica y fuerte y un sexto sentido para deducir lo que piensa su marido antes incluso de que él decida lo que va a hacer. El autor, John Verdon, en esta obra intenta además que entendamos la relación que existe entre el protagonista y su mujer y vamos adentrándonos un poco más en sus vidas personales.
La novela está escrita en tercera persona excepto aquellos pequeños capítulos en los que vemos las cosas a través de los ojos del asesino. Esos serán en primera persona e incluyen pequeñas reflexiones del asesino donde vemos cómo se vanagloria de su éxito. También nos servirá para conocer sus orígenes y los motivos que le llevan a cometer el asesinato.
A pesar de todo lo bueno que tiene este libro sigue considerando que
No abras los ojos, al igual que Sé lo que estás pensando,
no es un libro adictivo que te atrape y no puedas parar de leer. Le falta esa semilla que te deja con ganas de más, que te obliga a seguir leyendo el próximo capítulo, y el siguiente y otro más. En esta ocasión, además, he supuesto quién era el culpable desde el principio, pues algo no me hacía entender el motivo de que no se investigara a esa persona, ya que yo contemplaba la posibilidad de que fuera culpable desde el principio. Y acerté.